¿Cómo definirías, en pocas palabras, la misión de Energy in the Cloud y qué impacto busca generar en el sector energético?
Energy in the Cloud nace de la conciencia de que las redes eléctricas rurales, por su trazado y estructura, son más vulnerables que las urbanas. Queremos evitar esta división energética y garantizar la misma calidad de servicio en todas partes. Para ello, combinamos baterías y electrónica de potencia para crear vínculos virtuales entre puntos de la red, equiparando la resiliencia entre entornos urbanos y rurales.
¿Cómo nació Energy in the Cloud y qué necesidad detectó?
Entre 2014 y 2017 desarrollamos el primer prototipo. Nuestro enfoque no sólo era digitalizar la red, sino dotarla de capacidad de interacción a partir de la información obtenida. Esto nos lleva a fundar Energy in the Cloud como empresa para validar la tecnología en entornos reales.
Con la llegada de la Covid y la crisis energética, empezamos a validar hipótesis ya construir dos líneas estratégicas: una para distribuidores eléctricos y otra para el sector industrial y comercial. Con las renovables, la demanda debe adaptarse a una generación variable, lo que genera oscilaciones que queremos mitigar garantizando la calidad de servicio.
¿Cuáles son los productos actuales de Energy in the Cloud y por qué son relevantes?
Nuestro producto clave es el IDPR, que ha evolucionado hacia una versión más avanzada llamada VoVo. También hemos desarrollado Noka, un filtro pasivo que mejora la comunicación entre los contadores inteligentes y los distribuidores, reduciendo el ruido que interfiere en la transmisión de datos.
Actualmente estamos finalizando la validación y prototipado de estas tecnologías para pasar a la certificación. Cuando detectamos una necesidad al cliente, instalamos equipos para demostrar el valor real y, si encaja, iniciamos el proceso de certificación.
¿Cuál ha sido la implicación de Estabanell y qué comporta ser una spin-off de una empresa consolidada?
Estabanell nos ha dado espacios para pensar diferente a toda la cadena de valor de la energía. Uno de los principales retos ha sido hacer convivir con un modelo tradicional con otro más innovador y dinámico. Las propuestas de Energy in the Cloud deben complementar el negocio principal aportando valor añadido, sin entrar en conflicto con su actividad actual. Esta convivencia nos ha permitido aportar nuevas visiones en el grupo.
¿Cuáles han sido los principales retos tecnológicos y estratégicos?
Estabanell nos ha dado espacios para pensar diferente a toda la cadena de valor de la energía. Uno de los principales retos ha sido hacer convivir con un modelo tradicional con otro más innovador y dinámico. Las propuestas de Energy in the Cloud deben complementar el negocio principal aportando valor añadido, sin entrar en conflicto con su actividad actual. Esta convivencia nos ha permitido aportar nuevas visiones en el grupo.
¿Cuáles han sido los principales retos tecnológicos y estratégicos?
Uno de los grandes retos ha sido la disponibilidad de semiconductores y el cumplimiento de normativas para certificar la tecnología. Las primeras pruebas a menudo no funcionan como se esperaba y es necesario realizar ajustes continuamente. Todo este proceso, con dificultades incluidas, forma parte de la senda de innovación y mejora del producto.
¿Qué papel ha jugado ERIA en la evolución de Energy in the Cloud?
¿En qué punto está ahora la startup y cuáles son los próximos pasos?
Este año queremos consolidar la tecnología y configurar el equipo humano. Nos dirigimos al mercado español y europeo, especialmente al sector industrial con potencias concretas. También queremos que los distribuidores reconozcan nuestros activos para que sean retribuidos por regulación. Ya hemos empezado a establecer relaciones en Alemania, Dinamarca, Polonia, Italia y Turquía, partiendo de nuestra experiencia local con Estabanell como living lab.
¿Cómo ves el futuro de la energía distribuida y digitalizada en Cataluña y Europa?
El futuro es muy positivo. El reto no es tanto la tecnología sino el cambio de mentalidad que implica. De la misma manera que con la telefonía móvil se transformó nuestra forma de comunicarnos, la digitalización energética transformará cómo entendemos la red eléctrica. Ya no se trata sólo de obtener datos, sino de interactuar con la red de forma dinámica e inteligente.
¿Y desde el punto de vista del usuario final?
Para el usuario final, esto supondrá una mayor estabilidad en las características eléctricas de su hogar o empresa. La transición hacia una energía más distribuida, con mayor demanda eléctrica y vehículos conectados a la red, debe ser fácil de integrar. Nuestra tecnología debe facilitar este proceso y garantizar una red fiable que permita realizar nuevas cosas, más allá de pagar una factura.