ERIA ha viajado en el corazón de la innovación a Silicon Valley en una estancia organizada por ACCIÓ, dentro de un itinerario para corporaciones catalanas con foco en IA e innovación abierta.
Visitamos, entre otras, las sedes de Google, Plug and Play Tech Center y la sede de Hilti, donde nos reunimos con Hilti Ventures para profundizar en la colaboración empresa-startup. También asistimos a la feria TechCrunch Disrupt, centrada este año en la IA basada en agentes y donde pudimos estar presentes en el pitch de varias startups catalanas. Además, mantuvimos una sesión con Carlos Escapa (AWS) sobre cómo se gestiona la cultura innovadora dentro de AWS y las perspectivas de despliegue de la IA a escala —con atención al contexto energético europeo—, y conversamos con el emprendedor Michael Burtov sobre la conveniencia de que muchas startups prioricen vías de financiación alternativas al VC tejiendo alia networking en Mind the Bridge, punto de encuentro clave entre startups y corporaciones.
Más allá de la inmersión tecnológica, la estancia nos ha permitido entender cómo corporaciones y startups colaboran con impacto en plena explosión de la IA, sin perder coherencia estratégica. A continuación, compartimos los 6 aprendizajes que nos llevamos a ERIA.
1. La IA como motor de cambio
En Silicon Valley, la IA está en el centro de todo. La diferencia más notable se encuentra en cómo las empresas integran la IA directamente en el núcleo de sus modelos de negocio.
- Las corporaciones líderes ya no consideran a la IA como un proyecto aislado: la ven como un elemento transversal que mejora la automatización, la toma de decisiones basada en datos, el diseño generativo y la personalización.
- Los fondos de inversión, como Cathay Innovation, apuestan por soluciones sectoriales concretas (salud, energía, movilidad, consumo), donde la IA resuelve problemas reales y genera valor tangible
- En Europa, la tecnología no está tan retrasada respecto a EE.UU. o China, pero el acceso energético ya la infraestructura de red puede limitar la implementación a gran escala, especialmente para proyectos que requieren mucha computación.
En concreto y en lo que se refiere al sector energético, vimos la IA aplicada a toda la cadena de valor: desde el diseño de activos y parques renovables con modelos generativos, hasta la gestión de la demanda y tarifas dinámicas en edificios inteligentes, pasando por la predicción de precios y la detección de anomalías en la transmisión y distribución.
2. El CVC evoluciona: más allá del retorno financiero
Las unidades de Corporate Venture Capital (CVC) buscan además de rentabilidad económica crear un impacto directo sobre el negocio principal, aportando nuevas capacidades, tecnología y acceso a mercados innovadores.
Algunas prácticas clave que observamos:
- Integración con las unidades de negocio: tener patrocinadores ejecutivos y objetivos compartidos desde el primer día, garantiza que las inversiones aporten valor real. Piloto pagado como cliente (“venture client”): antes de invertir, probar la tecnología con criterios de éxito y KPIs definidos reduce el riesgo y permite tomar decisiones basadas en datos.
- Combinación de operación comercial e inversión: si el piloto funciona, se puede escalar con contrato y después invertir en la startup, garantizando encaje estratégico.
- Gobernanza y velocidad: tener procesos ligeros, sandboxes seguros y plantillas legales preacordadas acelera el tiempo hasta el primer valor.
En resumidas cuentas, el CVC más efectivo actúa como un acelerador del negocio, no como una cartera paralela de participaciones.
3. Puentes corporación-startup: transformar conexiones en resultados
La experiencia en Silicon Foundry y Plug and Play confirmó que la innovación abierta funciona mejor cuando existen intermediarios que traducen entre el lenguaje de corporaciones y startups. Esto reduce fricciones culturales (velocidad vs. gobernanza), temporales (semanas vs. meses) y de riesgo (experimentación vs. cumplimiento normativo), y permiten que el matchmaking evolucione hacia pilotos y, en su caso, contratos o inversiones.
En ERIA, nuestro papel es exactamente éste: conectar startups con las unidades de negocio de Estabanell, con programas de aceleración y venture cliente que validan propuestas de valor en 8–10 semanas y las preparan para su escalabilidad.
4. Cultura es estrategia: aprender rápidamente y centrarse en el cliente
En Silicon Valley, vimos que el gran diferenciador no es sólo la tecnología, sino la cultura. Integrar la innovación en la evaluación e incentivos de los roles clave ayuda a consolidar esa cultura.
En Amazon destacan tres principios operativos: obsesión por el cliente, bias for action (probar rápido con riesgo controlado) y disagree & commit (debate intenso, compromiso una vez decidido). En Google, la orientación al usuario se combina con seguridad psicológica y decisiones basadas en datos, que permiten iterar sin perder calidad. Y en la d.school de Stanford, el fail forward es práctica: prototipar pronto y barato, probar con personas reales e iterar convirtiendo los errores en información accionable.
5. Repensar la financiación: diversificar más allá del VC
Según el experto en innovación y financiación de startups y autor de The Evergreen Startup, Michael Burtov, el capital riesgo no es la única vía para financiar startups. Una combinación de venture capital, equity crowdfunding, ángeles inversores y otras alternativas permite diversificar riesgos y democratizar el acceso al capital.
A su juicio, para las corporaciones, la mejor estrategia es actuar primero como financiador indirecto: ofrecer pilotos pagados, acceso a mercado y datos para validar productos, antes de realizar inversiones directas. Este enfoque (venture cliente) acelera el tiempo hasta el primer valor, reduce el riesgo y evita que proyectos prometedores queden atrapados en la zona gris de las phantom startups (progreso sin retorno suficiente para los inversores).
6. Ecosistemas de innovación: calidad antes que cantidad
El éxito de Silicon Valley proviene de la calidad de las conexiones, de la velocidad con la que se aprende y de la coherencia entre investigación, capital y mercado. En Europa, podemos construir ecosistemas intensos sin sacrificar valores como el equilibrio vida-trabajo o la sostenibilidad. Esto significa fomentar la colaboración entre actores, apostar por una financiación paciente, vincular las innovaciones con retos reales y establecer procesos ágiles para que los pilotos con startups puedan ejecutarse y escalarse rápidamente.
Conclusión: transformar el aprendizaje en acción
La misión en Silicon Valley confirma que la innovación es un proceso cultural, no un evento puntual. Las lecciones para ERIA y Estabanell son claras: poner al cliente en el centro, integrar la IA como habilitador estratégico, fomentar una cultura que aprende deprisa de los errores y colaborar de forma inteligente con el ecosistema de startups buscando valor estratégico y resultados medibles. Con este enfoque, la innovación se transforma en acciones concretas que generan un impacto real y sostenible.











